El sushi, plato emblemático de la cocina japonesa, tiene sus raíces en arroz sazonado con vinagre, azúcar y sal, combinado con una danza de sabores que incluyen pescados crudos, mariscos, verduras y más. Internacionalmente reconocido, este manjar es una joya culinaria que trasciende fronteras.
Pero, ¿sabías que el sushi va más allá del pescado crudo? Sorprendentemente, puede albergar una sinfonía de sabores, desde verduras hasta huevo, en preparaciones asadas, hervidas, fritas o marinadas. Aquí, el nombre «sushi» se rinde al arte de preparar el arroz, destacando que el acompañamiento, aunque vital en sabor, no define el plato en sí.
Cada región adopta su toque único, fusionando ingredientes locales con la esencia del sushi. No obstante, una regla sabia persiste: evita el pescado de agua salada sin congelar, salvo el salmón de acuicultura, para esquivar al temido anisakis.
El sushi, presentado en porciones pequeñas, del tamaño de un bocado, adopta diversas formas. El «maki» envuelve arroz y pescado en alga nori, el «nigiri» presenta una albóndiga de arroz coronada por pescado, mientras que el «inari» embute arroz en una bolsa de tofu frito. Y para los amantes de los cuencos, el «chirashizushi» ofrece una deliciosa mezcla de arroz con trozos de pescado y otros ingredientes.
Más allá de Japón, el término «sushi» abarca las variedades habituales como el «makizushi» o el «nigirizushi», extendiéndose incluso al «sashimi», una exquisitez de pescado crudo laminado. Así, el sushi revela un universo culinario fascinante que va más allá de lo crudo, invitándonos a explorar sus múltiples facetas en cada bocado.